(El cuento original se perdio, y eso indudablemente es parte de la misma historia, porque lo escribí otra vez, y la incapacidad de saber exactamente si es diferente o no se vuelve relevante e irrelevante en partes iguales)
Corría por el parque como de costumbre de tarde después
del trabajo cuando una intersección fortuita hizo explosión en un punto vital,
una bala perdida le ingreso en el cráneo y lo desconecto por completo, cayó al
suelo sin perder del todo la conciencia, vio en imágenes toda su vida, detalle
a detalle cada segundo, habían pasado solo unas horas desde el día de su
cumpleaños.
Con la sangre ahogando sus ojos al fin se durmió, no
existen suficientes sinónimos para la ausencia propia, sintió un dolor en la
sien, un calor que lo quemaba, una caída libre y la comodidad de un colchón
blando, el aroma de sabanas sucias, la mano de su abuela dando instrucciones,
de su mano tocando con el reverso de la palma para confirmar la temperatura.
–tenemos que darle un baño, dijo con esa voz apurada que todavía recordaba de su
madre, quizo llamarla, dijo su nombre buscando en la oscuridad como quien busca
un abrazo y al fin la encontró, hizo tacto del olor, de las sensaciones y al
fin pudo tocarla.
Tenia ahora ocho años, volaba de fiebre pero estaba bien.
La memoria se le quemo en esa transmutación, la única
memoria que le quedaba era la de la escuela, de sus compañeros y de como tendría
que pedir la tarea.
Unas horas antes sentado en la oscuridad intentaba
describir esa sensación que lo atormentaba desde hacía tiempo, sentir que todo
ya ocurrió, y no una vez sino muchas veces.
Alguna vez se animo a ponerlo en palabras, en alguna
charla después de varias copas de vino, hizo un planteo circunstancial de esta
situación, una suposición que tuvo una unánime respuesta. El eterno retorno es
imposible de recordar porque entre repetición y repetición pasa un tiempo
infinito. El dejavu es un estado de similitud. Estas deprimido, la ausencia de
novedad te provoca esa sensación de que todo da igual. Solo hay una vida y es
esta. El vino y la noche.
En las historias hay acontecimientos, acá hay una persona
sentada, moviendo como fichas sus opciones, que mira la pared y un poco la
ventana cerrada, ve la luz entrar y cierra uno de sus ojos para filtrar los reflejos.
Levanta una mano y se toca la cabeza a la altura de los parietales.
No hay una memoria palimpsestica, el mecanismo puesto a
escribir dejaría no otra cosa que una mancha informe, el escalofrio no es un
conjunto de datos sobreescritos que siempre dicen lo mismo, que podrían ser
variaciones de puntos cardinales de una vida, pero no, no lo son, porque a cada
paso le sigue el que debe ser.
La memoria, para evitar el deterioro de la materia hace
uso de una ecuación, si la variable del tiempo se repite y todo pasa otra vez,
no es necesario la reescritura aunque si la relectura, y asi es que hace ya
varias horas mira la pared sabiendo que cualquier movimiento subsiguiente le
dará escalofrio, esto ya lo vivi, porque vivo como si cayera por un tobogán,
pensaba sin poder decirlo.
No hay dejavu mas allá de los 25. Más allá de cierta edad
el cuerpo busca aferrarse o descansar, asentarse en la calma del mar más allá
de la olas.
Al cruzar la calle un gavilan levanta la cabeza un
segundo para vigilar su entorno, cruza mirada y sigue en la faena de comerse
una paloma, llaman por teléfono, la noticia es importante, trágica, tras un prólogo
extenso y formal, un periodista informa que hay que ser fuertes, escucha una
canción muy estructurada, nada fuera de lo común, pero lo conmueve hasta las lágrimas,
sin pensarlo se detiene y ayuda a unos automovilistas a empujar un auto
atascado en el medio del tránsito, escribe un cuento y las palabras emergen
como los títulos de La Universal.
Las palabras, el gavilán,
la canción, la noticia, hasta la perdida inesperada ya las sabia, si, pasan y
hay que ponerles el cuerpo, pero sabía que pasarían. En la televisión dan un
programa de preguntas y respuestas, la respuesta es clara en su mente, la dice
en voz alta y unos segundos después el conductor hace la pregunta. Solo una
casualidad le dice su esposa. El alcance de su capacidad predictiva no va mas allá
de una sensación cuando ocurre, que por su sincronicidad aparente le impide la
sorpresa y actuar en consecuencia todo a la vez, si pudiera alejar la distancia
entre ambos fenómenos la información seria capital, podría venderla, en el peor
de los casos, la sorpresa es lo que de a poco esta perdiendo y actuar es
entregarse a un truco de magia absurdo.
Ella prepara pizzas, un amigo a punto siempre de irse
hace bromas acerca de todo, mientras se ríen los ve de frente, la cocina, la
salsa sobre la mesada, una pared que separa los ambientes donde su amigo apoya la
espalda, ella en un perfecto contraposto, pero él es un espectador de si mismo
y no sonríe, tuvo un dejavu. No fue el primero y de esto se trata todo, no fue
ni el primero ni el ultimo.
Pero como dijimos, él comenzaba a recordar aquel día de
fiebre. O mas bien recordaba el sueño de la fiebre, aquel sueño atroz donde se
veía muerto sobre la acera, ya con los sueños destruidos por la edad, y
recordaba la liviandad que recupero al descubrirse despierto en su pequeño
colchón de una plaza. El fin o el comienzo de una trama que le desentrañe el
camino en el laberinto.
Sabia que hablar con sus amigos era imposible, que los
libros lo conducían a escenarios cuánticos o fantásticos que poco se parecían a
su realidad, la filosofía no son mas que ocurrencias, sabe que el destino algo
tiene que ver, la vida como movimiento de una trama escrita en arquetipos, pero
no cree en dios.
Decidió que Tiene que tomar la ecuación y romperla, darle
un resultado atípico. Pero supo rápidamente que esos resultados son desechados
por la curva, son reglas básicas de estadística, las excepciones confirman la
regla, en este caso su destino, la repetición.
Al fin supo que la repetición y la memoria son la misma
cosa.
Entre reencarnaciones o
reescrituras, una tras otra entre nacimientos y finales fortuitos, desde las
cavernas hasta el presente la experiencia es redundancia hasta los veintipico,
y a partir de ahí todas esas miles de infancias y juventudes, de incertidumbre
siempre las mismas, de rutinas poco creativas, felices o no, trascendentales y
un millar de etceteras de nada sirven en ese apartado de la existencia que poco
fue explorada, casi nada, porque la expectativa de vida es así, se incrementa
en lo biológico solamente. Y si el instinto es un manual de instrucciones
llamado naturaleza humana, habrá que saber que a partir de aca no sirven los
fantasmas del pasado, que poco saben de vivir tanto. La segunda mitad de la
vida inscribe hélices nuevas. Pero de que sirve que todo pase por
primera vez?.
Lo que debe trastocar es la memoria, él debe recordar
para que cada decisión se transforme en capital, en fuerza. Pero no podía, la
pared responde siempre lo mismo, debe trasformar una sensación en información,
que nació con ocho años, que a sus 28 años recién cumplidos una bala lo fulmino
en el parque, que se despertó con ocho años nuevamente, que vivió una vida
normal, que se casó, que se divorció, que estudió una carrera soñada y que
siempre fue esa la historia. Y que sabiendo eso debería cambiarlo. El único
punto atípico es una bala perdida pasadas las siete de la tarde. Y su vida se
ve atrapada entre dos sucesos esenciales, el nacimiento y la muerte.
Dias antes fue viviendo una lenta evolución hacia algo
nuevo, la memoria a pesar de no ser mas que un remedo del alma y de provocarle
insomnio y dolor de cabeza, o en ciertos días compulsión por el chocolate fue acomodándose,
pude decirse que no son mas que ecuaciones, aproximaciones a la realidad, de un
sistema preliminar puesto dentro de otro sistema mas robusto y sencillo, y
reanudar el ciclo que se alimenta como en una serie logica, asimilarlo como
asimilan las orugas el movimiento de sus patas, ocurre de forma automática, es
una necesidad del tiempo pero hecho por partículas de carbono.
La trampa lo hace vivir sin atravesar los 28, sin
disfrutar de una vida escrita por primera vez. Nacer de la nada como nacen
todos, y morir para atravesar los umbrales de la normalidad. Asi no tengo mas
remedio que ser la gallina, nunca el huevo. Asi no tengo mas remedio que tener
que construir en este marco. Yo mismo soy el narrador de un suceso propio, en
este punto da lo mismo si yo soy otro. Su cerebro
es un palimpsesto demente, carece según Wikipedia, de anamnesis.
Dejó la primaria en el cambio de década,
los grafitis de las paredes cambiaron de significado apenas pasó el verano, los
vándalos fueron otros, los héroes, el color de las cosas, la luz del sol
cambió, desde las capas estratosféricas hasta la televisión, en la secundaria
eligió una forma de ser, estudió filósofos cuando otros buscaban chocar contra
una pared, hizo un pequeño emprendimiento local, vendió perfumes, lavo autos,
al final eligió la ciencia, hay momentos donde una charla a tiempo puede
cambiar por completo el destino de las personas, esa charla lo llevó a estudiar
geología, ver el mundo como Darwin, ver a las plantas como a las montañas, esa
fue su primera lección, ver toda forma de vida como ve a las montañas, el
principio del viaje, se inscribió feliz en la carrera, tuvo tres años buenos y
dos que fueron una desdicha de incertidumbre, un verano se perdió por completo,
después vino el trabajo en la cantera y
su trabajo como profesor, el tiempo y los estratos, el tiempo como estructura
pétrea y no una metáfora, intentaba en cada frase cambiar la vida de sus
alumnos, devolver la magia que entendía existía en los símbolos, le gusta el
color azul, disfruta de vacaciones cada tanto, alguna vez subió por una montaña
y se quebró una pierna, tiene una linda casa, por la tarde y para limpiar sus
pulmones sale a correr, porque el cansancio y el estiramiento de los músculos
lo desanudan de la silla en la que vive casi todo el día, corre para sentir la recompensa
de un arbusto en una tormenta.
Haciendo memoria, tocándose la sien como un
ritual, veía la escena como una película, no lograba descifrar cuando al dolor penetrante
sobrevendría la desconexión. Al otro dia y a pesar de sus presunciones, cerraria
los ojos al correr, esperando el golpe, pensando en que si se detuviera talvez
sobreviviría, que perdería el hilo del destino y se perdería en una muerte
definitiva, una donde se haría viejo y entonces la nada, la ausencia de marco, de un aquí hasta alla, desarmado en
una desintegración, todo debe ser perfecto, debe funcionar como esta planeado.
Y muchas veces con los ojos cerrados
intentaba recordar tambien el viaje, desde el aire y el peso de sus 80 kilos
hasta la suavidad de la habitación, pero tratando de absorber lo que veía, el
color azul, el calor de la fiebre.
Despues acostumbrarse al cuerpo chiquito,
olvidarse de todos los pecados del futuro, mentir cautelosamente cuando alguien
pregunta cualquier cosa, vivir simulando aunque nadie sospeche. Nadie va a
sospechar, las largas explicaciones que dan los mitos se asientan en verdades
simples, el deseo de comer, el trauma del nacimiento, cosas de verdad imaginables,
nunca este bucle sin sentido, este agujero de la trama que lo devuelve intacto,
una trama entretejida por la física, por la química y por un dios sádico. Sigue
mirando la pared, es su cumpleaños y esboza una sonrisa, no es creyente, pero
la sonrisa significa una cosa, hijo de puta, eso es dios, un niño jugando un
juego que consiste en armar un esquema perfecto y poner en el centro un
imperceptible punto rojo de desconcierto, algo que solo él puede ver, en ese
punto rojo está él caminando infinitamente por una cinta de moebius. El juego
tiene sentido solo para alguien que es capaz en su omnipotencia de crear un
esquema perfecto. La memoria le preocupa, le preocupa recordar demasiadas
cosas. Tiene en su mente veinte años de acontecimeintos jamas ocurridos. Esta
es la primera vez que sabe que al cruzar el portal puede jugar a ser
omnipotente, volverse sabio, millonario. O simplemente un suicida, un villano,
una presencia melancolica y cinica. Si nada cambia y él puede cambiar, la vida
es un paseo por las escalinatas del deseo.
Pero su mente sigue siendo el verdadero
problema, eso que cada vez es un desparramo de sesos en la vereda buscando
nuevas ecuaciones para economizar la información, repetir, agrupar,
generalizar.
Esta preparado, en teoría lo está, suena el
silbido del proyectil, cae y se pierde en una oscuridad extraña, entre las
sombras, a tientas en la oscuridad la distancia debilita el sonido, un sonido que
se aleja como el susurro de una multitud, al principio del camino ve la luz del
reverso de sus ojos, ahora el dolor lo siente en el pecho, la respiración le
duele, a lo lejos escucha que llaman una ambulancia, le sostienen la cabeza y
le preguntan su nombre, pero no lo recuerda, la bala pasó raspando el hueso,
toco un poco la oreja y ni siquiera lo despeino, en el hospital le dicen que
tuvo suerte, que tendría que hacer una denuncia, que la saco barata.